“En las horas de lucha acordémonos de Jesús, que está con nosotros y sufre con nosotros y por nosotros; recurramos a Él y seremos siempre confortados, así alcanzaremos y cantaremos siempre victoria delante de Dios”.
“Cuando a Él le plazca ponernos en la cruz, agradezcámoselo y considerémonos afortunados por el gran honor que nos hace”.
“Sé que sufrís mucho; pero ¿no es el sufrimiento el que nos hace subir al Calvario y de éste al Tabor? Arriba, pues. ¡Animo! Y Jesús estará contento de vos”.
“Considérate afortunadísima por haber sido hecha digna de participar en los dolores del Hombre Dios”.
“¡Oh! qué feliz deberías considerarte, si te esforzaras por morar (en el Calvario) siempre, y morar fiel y amorosamente”.
“Para llegar a conseguir nuestro fin, es preciso seguir a nuestro divino jefe, que no quiso conducir al alma escogida sino por el camino que Él siguió, es decir, por el camino de la abnegación y de la cruz”.
“Las tribulaciones, las cruces son siempre la herencia y la porción de las almas elegidas”.
“Las otras pruebas a las que Dios os somete y os someterá, todas son signos del amor divino y perlas para el alma”.
“Os ha destinado a gran santidad y por ello os ha sometido a cruces no comunes y todavía os someterá a más”.
“Ten la certeza de que, mientras duren las pruebas, el Señor te ama con predilección y habita en el centro de tu espíritu”.
“No temas: después de haber sido traspasada con Jesús y puesta en el sepulcro de Jesús, verás la luz indefectible, y del Calvario pasarás al Tabor eterno”.
“No desees bajar de esta cruz, ¡oh mi querida hija! Esta vida es breve; las recompensas que nos esperan en el ejercicio de la cruz son eternas”.
“¡Ah! no desees bajar de esta cruz, porque sería el descenso del alma a la llanura donde Satanás nos tiende las asechanzas”.
[*] Tomo estos textos de diferentes capítulos del libro de Melchor de Pobladura, OFM
En la escuela espiritual del Padre Pío de Pietrelcina, León 1983.
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