Si el franciscano ha de ser útil en la Iglesia, deberá ser por su presencia. Y una presencia activa. Testimonio, acción. Hacer más que decir.
Nos prevenía Jesús; “En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan, pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen… (Mt. 23,2). Mal andan los fariseos, pero el Señor nos advierte sobre la inutilidad de la palabra sin la acción.
Y en verdad, el magisterio corresponde a la jerarquía, pero el franciscano, en cuanto tal, (que eventualmente podrá también pertenecer a la jerarquía), deberá ser el hombre de acción. Acción católica, acción confiable, acción eficaz, humilde, obediente, callada, constante…
Me decía en cierta ocasión un señor Obispo: “Yo he sido párroco por allá, en la sierra tarasca, y allí cuando quería hacer algo, no tenía mejores colabores que los hermanos terciarios”.
Hermoso testimonio, contrastante con una realidad que no es difícil verificar. Cuando los obispos, en sus comunicaciones pastorales quieren solicitar alguna colaboración de su iglesia, suelen referirse a todos los movimientos apostólicos de modo que tengan instituidos, pero nunca, -hasta donde se- incluyen a la orden (u órdenes) tercera. ¿La ignoran? ¿No les interesa? ¿No creen en ella?...Tal vez por demasiado silenciosa no se hace notar.
O puede ser que la consideren como cosa aparte, dependiente solo de los frailes y no a disposición de los párrocos y curiales. O también que piensen que es solo grupo de oración y no de acción. O sin fuerza económica y sin influencia social.
Sin embargo el Papa espera mucho del franciscanismo. Y este, como carisma en la iglesia, no está completo sin la presencia seglar.
La sociedad en general será influenciada de Evangelio no por los que lo prediquen, sino, sobre todo, por los que lo vivan. Por los que lo vivan en toda su amplitud y dimensión, en todos los ambientes y en todas las circunstancias; es decir, los que tengan alma franciscana viviendo en el mundo secular. Hombres y mujeres, ricos y pobres, sabios e ignorantes, pero todos atentos a la enseñanza de Jesús y a las normas de Su Iglesia.
No es raro el caso de buenos terciarios que vienen a ser células activas y eficaces en otros movimientos católicos o sociales.
Entonces llega a pensarse que “la Orden ha perdido” o que “son candiles de la calle…” De ninguna manera. Lo importante es el espíritu.
Si con una actitud franciscana (evangélica) son eficaces en otro campo ¿Qué importa que no sea una obra de su propia fraternidad? La Iglesia es la que importa. Y precisamente actitud franciscana es no ser egoísta, ni capillistas, ni celosos de créditos, nombres o vanaglorias.Lo cual tampoco debe confundirse con una ligereza de criterios que haga al terciario ir de aquí para allá en pos de modas o impresionismos.
Una solida espiritualidad que ha demostrado ser fecunda en ocho siglos, bien puede mantenerse tranquila y segura, contemplando con agradecimiento a Dios la aparición de otros movimientos espirituales. (Así, no se justifica que el franciscano pase de prisa y sin reflexión a cierto movimiento actual cuyas manifestaciones más aparentes van por la línea de la soberbia y de la desobediencia).
Muchas obras han nacido del franciscanismo y luego se han independizado y seguido una vida propia. NO otra cosa puede esperarse de su fecundidad espiritual. Y tratándose de instaurar el Reino de Cristo en el mundo, lo que importa es que la obra se haga y no quién o a titulo de quién se haga.
Recordemos aquello: “Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros…” (Mc. 9,38).
Oh cuanta riqueza apostólica habrá de lograrse cuando se consiga vencer toda mezquindad y cortedad de miras. Pero franciscanismo es –por la caridad- superar toda mezquindad y egoísmo. Que el amor sea amado, es lo importante. Lo demás… “Conviene que El crezca y yo disminuya”… (Jn. 3,30)
¿O podría haber otras pretensiones?...
Fr. Jorge Velázquez López
Paz y Bien en el Mundo de Hoy.
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