La noble Clara de Asís, nos recuerda con su ejemplo de vida a los franciscanos y al mundo entero, que nuestra existencia debe ser como un espejo en el que todos vean las maravillas de nuestro Buen Señor.
“¡Con cuánta solicitud, pues, y con cuánto empeño de alma y de cuerpo no debemos guardar los mandamientos de Dios y de nuestro padre Francisco para que, con la ayuda del Señor, le devolvamos multiplicado el talento recibido!
Porque el mismo Señor nos ha puesto como modelo que sirva de ejemplo y espejo no sólo a los otros, sino también a nuestras hermanas, a las que llamará el Señor a nuestra vocación, para que también ellas sirvan de espejo y ejemplo a los que viven en el mundo.
Así pues, ya que el Señor nos ha llamado a cosas tan grandes, a que puedan mirarse en nosotras las que son para los otros ejemplo y espejo, estamos muy obligadas a bendecir y alabar a Dios, y a confortarnos más y más en el Señor para obrar el bien”.
(Testamento de Santa Clara)
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